Vaciar La Canoa

África Ramos
2 min readJan 22, 2019
Photo by Chris Bair on Unsplash

Hubo un tiempo en el que me obsesioné con la idea de “vaciar la canoa”. No me refiero a una canoa para navegar, ni nada parecido a una embarcación real. Me obsesioné con la canoa como metáfora de la vida, con la idea de que las personas llevamos con nosotros más peso del necesario.
Lo curioso es que la necesidad de dejar atrás cosas, por un lado proporciona cierto alivio momentáneo, pero por otro, la tarea te termina envolviendo en un estado de confusión: ¿por dónde empiezo?

El porqué de esta idea intuyo que fue la certeza de que mi día a día no me encajaba; fue como si en algún momento que no recuerdo con exactitud, alcancé el límite de incomodidad. Pensar en soltar determinadas conductas, objetivos, hábitos, entornos y personas me producía un alivio inmediato. Me tranquilizaba como nunca nada antes lo había hecho, ¿pero de verdad es posible dejar atrás todo lo que te perturba: ideas, inclinaciones, espejismos, ilusiones?

No tenía ni idea por entonces de las repercusiones que tiene acoger un pensamientos de este tipo. Hay ideas que son como un fragmento de código malicioso capaz de corromper y reescribir todo un programa. Pensar a menudo en deshacerme de una gran parte de mi, destruyó la lógica de la vida cotidiana. De repente tiene más sentido deshacerse que conseguir, así que resulto extraordinariamente fácil caer en una desidia silenciosa que no me llevó a ninguna parte.

Al final todo quedó atrás, y con tiempo, conseguí reiniciar el programa y creer en la lógica sana de tener; tener lo necesario para vivir. Tener por quien luchar, y tener, tener mucha pero que mucha, ilusión.

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